Mi nombre es Sebastián Isael Pla Martorell, aunque todos me conocen por Isael, y este es mi pequeño blog. Escribo sobre lo que me apetece, pero sobre todo, escribo para Dios.

viernes, 26 de julio de 2013

Postales de Medjugorje (5)

Dosli smo ti Majko draga

Un ángel que conocí en la peregrinación a Medjugorje llamado Ana Seser ha escrito una crónica que, si me deja, publicaré aquí. En ella dice algo que define bien Medjugorje: "En Medjugorje, la cosa va de sentir".

Mi primera experiencia el año pasado en el Festival de Jóvenes y Familias fue sencillamente extraordinaria. Este año con ocasión del aniversario de las apariciones no eramos pocos, la verdad, pero casi nadie comparado con las fechas del Medjujoven, con unos 600 sacerdotes concelebrantes. Echen cuentas sobre el número de peregrinos...

La excelente orquesta preparada al efecto (y que ensaya sólo un día) daba lo mejor de sí con las inspiradas canciones para el Festival y las Misas. Pero en esta ocasión, la orquesta era bastante menos numerosa. Se oía bien a los fieles cantar, mejor incluso que a la propia coral.

Un día, el canto de inicio de la Eucaristía me tocó más de lo normal. No conocía la letra ni el título de la canción (mis conocimientos del croata están casi a la par que del chino mandarín, pero voy haciendo, palabrita); aún así, la melodía y las voces de los fieles me dieron esta sensación: cada uno con sus cosas, sus preocupaciones, sus motivos para venir, dar gracias o pedir. Pero todos juntos, mientras alzaban con sosiego sus voces al compás de la música, parecían un mar cristalino y brillante en calma, con sus olas suaves. Una mano grande y tranquilizadora parecía haber apaciguado los espíritus, que conservaban sus inquietudes aún así. Me es difícil expresarlo, pero lo diré de esta manera: eran una masa compacta, pero relajada, iguales todos, y cada uno manteniendo su individualidad. Eran un rebaño suplicante, confiado y amoroso, pero no un rebaño disperso. Yo estaba en él.

En cuanto llegué a mi tierra encontré la canción, que lleva el título de arriba, y que significa "Venimos a ti querida Madre" y sigue diciendo (aproximadamente) que lo hacen de todos los países, trayendo con ellos sus penas y deseos. En definitiva, un rebañito suplicante, como decía. Pero no eran ovejas sin pastor, habían acudido a la invitación de la Divina Pastora. Y le hablaban con unas voces y de unos anhelos que, seguro, a Ella le fue imposible no atender.








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