Mi nombre es Sebastián Isael Pla Martorell, aunque todos me conocen por Isael, y este es mi pequeño blog. Escribo sobre lo que me apetece, pero sobre todo, escribo para Dios.

lunes, 23 de junio de 2014

Mi experiencia en Medjugorje, lugar de Gracia. Por Ana Seser.

El testimonio que vais a leer participó en el concurso con el tema "María, Trono de Gracia" de la Fundación Carii Filii y sin duda creo que mereció premio. Es la experiencia de Ana Seser, co-peregrina, un ángel que conocí en Medjugorje ayer hizo justo un año. Y mañana día de San Juan Bautista es el aniversario de las apariciones en esa pequeña aldea de Bosnia, así que hoy día 23 de julio, fecha enclavada entre dos días importantes para mí y relacionadas con Medju, publico este precioso texto.

No voy a extenderme más, no quiero meter mis manazas en el siguiente documento que se lee de corrillo y muestra la sencillez y bondad del alma que lo ha escrito.

Y si alguien me dice que mi blog lo hacen a veces otros, le diré: pues uno, que tiene suerte. O mejor, que está bendecido con personas así, porque la palabra "suerte" no existe para un cristiano.

Aquí lo tenéis:

MI EXPERIENCIA EN MEDJUGORJE, lugar de Gracia

María, es el trono de Gracia porque de ella manan todas las gracias a las que podemos aspirar por ser sus hijos. Ella nos conduce a Jesús, su hijo, quien con su poder nos colma de bendiciones.


María, de ti he recibido multitud de gracias y de regalos. Gracias que me llevan a tu hijo, que me ayudan a quererlo más, que me empujan a seguirlo y a querer ser completamente de ti y de Jesús. Totus tuus María, como ha cambiado mi vida desde que opté por ser toda tuya María. He experimentado el abandono, el descanso, la felicidad plena, la fuerza del Espíritu, la alegría de sentirme amada por ti y por tu hijo. 



Aunque sé María, que tú estás en cualquier lugar, yo te pude encontrar de manera especial en ese sitio del mundo donde tú has decidido aparecerte desde hace 33 años… allí en Medjugorje, allí te redescubrí, me sentí amada por ti, te conocí más y me llenaste de gracias.

· ¿Por qué la Virgen quería que fuera a Medjugorje?

Todavía hoy sigo haciéndome esta pregunta, un año después. Pero tengo claro que ella me quería allí, en esa fecha, en esas circunstancias, con esa peregrinación, con esas personas. Verdaderamente durante los días que allí estuve, sentí que era mi lugar. Me sentí acogida, y sentí que yo también podía acoger a otros hermanos. Nuestra peregrinación estuvo llena de ángeles, de hermanos que la Virgen puso a mi lado para ayudarme: el que me ayudó a subir y bajar los montes y que no paró de animarme, el que me alegró cuando lloraba porque me sentía triste, el que me explicaba el porqué de algo, el que me servía la mesa, el que me recordaba las cosas, el que me indicaba el camino a seguir, el que me saludaba siempre con una sonrisa en su rostro, el que pagó un taxi, el que hablaba en inglés cuando yo no sabía expresarme, el que me ayudaba en la oración, el en el que me apoyé para subir la roca en la que estaba la Virgen en la montaña, o el que me dejaba la radio para que pudiera seguir las traducciones, el que trajo aceite de oliva para el pan, el que guiaba la peregrinación, o los ángeles que nos asistían espiritualmente. Cada peregrino era un ángel… Ángeles que ayudaban a que las gracias que allí se reciben, pudiéramos acogerlas mejor, desde la sencillez, desde lo cotidiano, pero en un único Espíritu.

La Virgen también quería llevarme hasta allí para presentarse ante mí como mi Madre. Muchas veces lo he dicho, que para mí la Virgen era lejana, no le tenía el cariño que yo quisiera tenerle, no había tenido experiencias que me unieran a ella, y aunque sí le tenía respeto, sabía que aún mi corazón no había experimentado su amor maternal… y ahora me doy cuenta, que si no hubiera ido hasta Medjugorje, creo que no lo hubiera experimentado, porque allí sentí en mi interior la fuerza de su amor, la alegría de sentirme amada por ella, de sentir que tengo una madre en el Cielo, allí pude llorar de alegría al conocer cómo me ama la Virgen. Es cierto que la Virgen al igual que Dios, está en todos los sitios, pero no sé porque, allí se siente de manera especial, y Ella sabía que yo necesitaba sentirla más cerca de mí, para hacerme reaccionar, para darme cuenta de muchas cosas, para ser consciente del gran Amor que Dios y Ella me tienen y tienen a cada ser humano. Sé que en la vida que llevaba, atareada, ajetreada, a veces distraída, a veces alejada de la realidad o de Dios, pues era difícil que yo tuviera un encuentro profundo, por eso me llevó hasta su casa, para mirarnos cara a cara, para descubrirla en su trono de Gracia, ella es la Puerta del Cielo, y allí en Medjugorje, ella abre esa puerta para que contemplemos la Gloria que nos espera y podamos anhelarla y desearla para nuestras vidas.

· ¿Dónde la encontré?

El primer encuentro, con ella en Medjugorje, no se hizo esperar. La primera noche, después de cenar, andamos desde la pensión hasta la parroquia, para tener el primer contacto. Al llegar allí, empecé a sentir una emoción dentro de mí que pocas o ninguna vez había experimentado, no estábamos haciendo nada en particular, solo nos dirigimos hacia la Virgen blanca que hay junto a la parroquia, pero se ve que nuestra Madre ya estaba tocando mi corazón desde el primer momento, así que me arrodillé delante de ella, y sin esperarlo, empecé a llorar y llorar, no podía parar. 

Lo curioso era el motivo de llorar, miraba esa imagen de la Virgen y la veía de tal hermosura que sé que en ese momento realmente no estaba viendo la estatua, si no que tenía la sensación de estar mirándola directamente a ella, pero no podía poner mis ojos en su rostro, me sentía indigna de mirarla, sentía tanto su belleza, que yo me veía completamente iluminada por ella, sentía un amor inmenso, y a la vez me sentía tan pecadora, su luz iluminaba aquellas cosas que habían estado en la sombra durante tanto tiempo, y me sentía avergonzada de no haberla mirado antes así como la estaba mirando en ese momento. Pero una voz en mi interior me dijo: "ya estás aquí, te estaba esperando". Sé que fue ella quien me habló y quien me acogió en ese instante. 

En ese encuentro, sentí tanto gozo, que entendí el mensaje de la Virgen: "Si supieras cuanto te amo, llorarías de alegría". Y también me acordé de cuando los videntes le preguntaban a la Virgen por qué era tan hermosa, y ella les respondía “Soy hermosa porque amo; vosotros también empezad a amar y seréis hermosos”. Esta fue una de las gracias que recibí, sentir y aceptar a María como mi madre, y acogerla en mi casa, como el discípulo Juan.

Otro de los motivos por los que creo que la Virgen me llevó hasta allí, fue para regalarme la Gracia de aprender a rezar el Rosario con pasión y de corazón... hasta ese momento, siempre sentía la voz de mi conciencia que me decía que tenía que rezarlo, y algunas veces lo hacía en casa o en la iglesia o escuchando radio María, pero en Medjugorje ya no ha sido mi conciencia la que me dice que tengo que rezarlo, me lo ha pedido la Virgen misma, y a una Madre no se le puede negar esta petición, y no sólo eso, sino que es también mi corazón el que anhela cada día poder rezarlo. 

He de reconocer, que hasta antes de venir, ignorante de mí, pensaba que tenía la vida arreglada, pensaba que vivía plenamente mi fe católica y trataba de llevar una vida sacramental que yo pensaba ser auténtica. Pero al venir a Medjugorje, me sentí tan lejos de la plenitud católica, me di cuenta de cuánto camino me faltaba por recorrer, camino que ni siquiera sabía que existía o no me había planteado recorrer. No sé cómo estaba tan ciega. Ella en Medjugorje me ha regalado la gracia de amar más a nuestra Madre la Iglesia Católica.

Quizás estando aquí uno reacciona mejor ante la llamada a la conversión, porque os aseguro que lo que en Medjugorje nos dicen no es nada nuevo, la Virgen no dice nada nuevo que no se haya dicho ya en el Evangelio. Pero como en la tierra andábamos tan despistados, Ella ha tenido que venir personalmente a recordarnos, como buena madre, tantas cosas que nos va diciendo a través de sus mensajes.

Lo que me gusta de nuestra Madre, es que en sus mensajes siempre nos habla con cariño, se dirige a nosotros como sus “hijitos”, nos habla con palabras tiernas, nos invita a orar, se presenta como la Reina de la Paz, nos invita a la conversión, a mirar a su hijo, ella nos conduce a Jesús, a la Iglesia. La verdad es que había leído muchos mensajes de la Virgen, pero hasta que no he estado allí, reconozco que no había calado tanto en mi corazón. Al conocer cada mensaje, sentía tantísima necesidad de obedecer, de cumplirlos, de aferrarme a ellos... Aún me falta conocer todos sus mensaje, pero estoy en ello, y poco a poco, quiero vivirlo, porque sé que así cada vez Ella derramará más gracias en mi vida, nuevos regalos que me ayudarán a estar más cerca de Dios y a crecer en la Fe.

Sobretodo quiero poner en práctica desde ya, las 5 piedras que nos da la Virgen para luchar contra nuestro Goliat: La oración (especialmente el rosario diario), el ayuno los miércoles y viernes, la lectura de la Biblia (al igual que poner la Palabra de Dios en un lugar visible en nuestra casa) , la confesión al menos una vez al mes, y poner la Eucaristía en el centro de mi vida. Descubrir estas 5 prácticas cristianas, son verdaderamente una fuente incalculable de gracias.

Si he experimentado algo en esta peregrinación, ha sido el deseo que ha puesto el Señor en mí, de querer vivir la Eucaristía de manera consciente, responsable y apasionada. La Eucaristía es la mayor de las gracias, el mayor de los regalos, el Gran Milagro. Por eso me llegó a lo más profundo del corazón, los mensajes de la Virgen sobre la Eucaristía: "Si no os preparáis para vivir la Misa con un corazón abierto, mejor quedaos en casa". “A la Misa hay que llegar a tiempo, prepararse, disponerse a la oración 10 minutos antes, no llegar tarde, corriendo.” "En ningún otro lugar mi Hijo derrama tantas gracias como en la Eucaristía, comulgar es más que ser vidente".

Uno de los mejores momentos, de los más esperados y donde recibí la gracia del perdón, fue en mi Confesión. Desde casa me preparé un examen de conciencia exhaustivo, para poder reflexionarlo en Medjugorje y tener una buena confesión. La verdad que fue largo y tendido, pero me sentí liberada, nueva, con ganas de seguir adelante, de querer mejorar, dejar mi hombre viejo y ser una persona nueva. Ya no quiero volver por el mismo camino. Allí en Medjugorje, el mensaje principal es el de la conversión, y el objetivo principal es confesarse, así que tuve la gracia de poder hacerlo y experimentar el Perdón sanador y reparador de Dios. 

Dicen que en Medjugorje uno se transforma, yo lo he experimentado, sé que no soy la misma, quizás cuanto más tiempo pasa, más me doy cuenta, no son grandes cambios, pero sí una manera diferente de vivir, de sentir, de experimentar mi Fe. Algo que me gusta mucho de lo que se dice en Medjugorje es “Si tu oración no te cambia, cambia tu oración” … Yo he tenido que cambiar mi manera de orar para darme cuenta de que no me estaba siendo efectivo lo de antes, la oración tiene que transformarnos, y si no lo hace, algo falla...yo ahora ya lo sé.

· ¿Y después?

Sin duda, me pasaría horas hablando de lo que descubrí en Medjugorje, y de lo que el Señor y la Virgen han obrado en mí, pero para terminar quiero hacerlo, compartiendo la última gracia que la Virgen me ha concedido. Si la primera que recibí al llegar a Medjugorje fue acoger a la Virgen como Madre, la última de las mayores gracias que se me han concedido a los pocos meses de volver de la peregrinación, ha sido la Gracia de yo Ser Madre.

Hace 7 años que me casé, y desde entonces no habíamos podido tener hijos, lo deseábamos con todas nuestras fuerzas, pero siendo un misterio la vida, no podíamos concebir… así que cuando tuve la Gracia de ir a Medjugorje, mi principal objetivo era pedirle de todas las maneras posibles a la Virgen, la gracia de ser Madre…yo sabía que si iba hasta allí a encontrarme con ella, me escucharía… así que un año después, para las mismas fechas en las que peregriné, me toca dar a luz a la mayor de las gracias que nos ha regalado Dios, nuestra hija Gianna.

Sé que nuestra hija es el fruto de la oración, de la perseverancia, del amor de Dios y de nuestra Madre…Dios había pensado en ella mucho antes de que nosotros lo hiciéramos, y estaba esperando el momento adecuado para podérnosla regalar, así que nuestro corazón espera rebosante de alegría esperando recibir dignamente este regalo para nuestra vida, con la mirada puesta en la Virgen, a quien le pido que me enseñe a ser buena madre, como Ella lo es para mí y para todos nosotros.

Gracias María, por todas las gracias que recibí en esta peregrinación a Medjugorje, y en definitiva en este camino que recorremos juntas en la vida, gracias por todo lo que me enseñaste, y por amarme tanto como me amas, ya nunca me siento sola, porque sé que Jesús y Tú siempre estáis conmigo. Gracias por el regalo de ser Madre, esta es la mayor de las gracias que podías regalarme.


Ana Seser frente a la Cruz del Monte Krizevac
Medjugorje

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